martes, 28 de enero de 2014

Tarta Minnie Mouse compartida

Esta tarta fue una tortura. Donde parece que véis algo sencillo y facilón realmente fue una continua lucha... 

Todo empezó cuando mi prima dijo que iba a celebrar el cumple de las niñas juntas. Y dije, ¡genial! les hago una tarta de chicas (que con tanto chico en casa me sobran los robots, los coches y me hacía falta algo de lazos y de rosa...) Las condiciones de la tarta eran: que fuera de chocolate con mucho chocolate, que fuera una para las dos pero sólo para 8 niños y sus padres y que fuera rosa y roja.

Estuve navegando por la red, encontré un par de fotos inspiradores y me puse a ello. Para empezar hice una especie de bizcocho de Oreo con frosting de Oreo que se trataba de una versión de una receta americana traducida como "muerte por chocolate". Aquello me costó un horror, no se hacía nunca en el horno, era imposible recubrirla con el frosting porque era totalmente pegajoso, se desmigaba, se desmontaba... Acabé congelándola un poco para poder trabajar con ella.

Después, a la hora de cubrir con el fondant de nata, siguió la tortura. Con el peso la tarta se deformaba y lo que era una alta tarta de 18 cm de diámetro se convirtió en una tarta en forma de "platillo volante" con un diámetro de 22 cm. La base, la caja y todo se me quedó pequeño y el frosting de chocolate se escurría por debajo del fondant según pasaba el tiempo.

Pero la cosa no terminó ahí, cuando quise poner la decoración, ya no me servía lo que había preparado porque el formato de la tarta era tan diferente que se me quedaba todo apelotonado, no me cabían los nombres de las niñas, el troquel de las letras era tan fino que las letras se partían... Y la tarta seguía aplanándose según pasaba el tiempo... Así que la mitad de la decoración se quedó fuera de la tarta y no lo puse.

Al final quedó esto, no es feo en absoluto, pero desde luego nada se parece a mi idea original... Pero llegó un momento en que decidí que tenía que dejar de luchar con ella y que fuera "lo que Dios quiera". No es que me sienta orgullosa del resultado, pero os enseño las fotos para que veáis que a veces un proyecto se cruza y hay que pelearse con él a cada paso. No desaniméis. Las cosas en la cabeza y en el papel son siempre más bonitas que al ejecutarlas, pero eso no significan que el resultado no sea igualmente bonito...


También me ha servido para aprender varias lecciones: nada es sencillo, aunque lo parezca. Y, sobre todo, no puedo hacer experimentos ni recetas nuevas cuando estoy haciendo una tarta que tengo que entregar en un momento determinado (porque si algo salgo mal y tengo que empezar de cero, no hay tiempo).

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